Disputada la 6ª jornada de liga, sólo nos cabe apelar a la perseverancia en nuestros procederes futbolísticos así como en la esperanza de que nuestros aciertos superarán nuestros errores para dar al traste con una dinámica negativa que se extiende hasta 3 derrotas consecutivas.

Sin ningún género de excusas que no sean reconocer el mérito de nuestros rivales y apelar a nuestro mayor esfuerzo, hemos de afrontar la siguiente jornada en una plaza también dificilísima como Los Palacios para reaccionar y alzar de nuevo el vuelo.

Seguro, para quien haya tenido oportunidad de presenciar este partido y las derrotas anteriores hay un denominador común que no por improductivo sí es esperanzador para el futuro. Cierto es que errores de bulto nos son penalizados con goles hirientes y descontextualizados aunque, como debe señalarse, el Villafranco se muestra superior a sus rivales sometiéndolos un partido sí y otro también a su propia portería aunque nuestra puntería no se esté exhibiendo en su máximo esplendor (0 goles a favor en nuestros 2 últimos partidos).

En éste ante el Tomares, nuestro equipo ha hecho un comienzo arrollador con, al menos, 4 oportunidades de hacer gol muy claras. En una de ellas, la respuesta tomareña fue su 1-0 merced a un buen gol desde disparo lateral. 

El mando del partido nunca se perdió durante la primera parte incluso cuando un error del juez asistente propició el 2-0 rival, aunque, como siempre decimos desde este punto de información, que dicho error, por mucho dolor que nos causara, queda al mismo nivel de los que tuvimos nosotros y los que pueden llegar a acontecer en un partido competitivo de cualquier nivel.

La segunda parte habíamos de luchar contra un rival, nuevamente rocoso y contra un resultado adverso relativamente importante. Se consignó tener paciencia, seguridad defensiva y esperar nuestras oportunidades. Las mismas que volvieron a llegar aunque en menor número y claridad que en la primera parte, finalizando de esa guisa el encuentro.

Hemos de apelar a la conciencia de que hemos de afinar nuestra puntería y alcanzar ser más equilibrados defensivamente para que nuestros errores no reflejen la irrealidad de que nuestros rivales nos superen en un marcador que nada tiene que ver con el fútbol desplegado sobre el césped.